EL POETA REMUNERADO
Tenía una sola camisa; tan solo él, el agua y el escaso jabón, sabían de sus apuros para poder lavarla, sin haber otra que la sustituyese. Las mangas de su chaqueta a rayas -y única también-, a la altura de los codos se clareaban. Las musas inspiradoras eran las culpables de todo esto; era su trabajo, su esfuerzo. A ellas sí que las tenía en abundancia. Claro que no siempre iban acompañadas de fulgor, aunque sí bastantes veces; las suficientes como para cubrir un trabajo digno.
Sin embargo, ¿por qué? ¿por qué todo trabajo que se precia de serlo resulta remunerado y el mío no?, se preguntaba abatido. Y entonces era uno de esos buenos momentos para que ascendiera un poema de los mejores -curioso-. Ahora…en cuanto a proporcionarle dinero, nada. Este solamente le llegaba de una mínima y arcaica pensión. Le publicaban, sí, gratis; gustaban sus poemas y él se quedaba tan contento con ello, satisfecho por dentro. Pero… y la otra camisa, y el jabón, y la chaqueta nueva?.
Se alimentaba como podía -poco, claro- y… a escribir; eso sí: dejarlo ¡jamás! sería imposible, era su auténtico alimento. Porque él, en cierto modo, se sentía feliz; estaba acostumbrado, se encontraba bien: como si sus poemas le proporcionaran la salud y bienestar suficientes para poder vivir.
Pero el mundo y sus moradores no son tan insensibles como puede parecerle a nuestro poeta y un buen día también salió el sol para él; y sus horas de esfuerzo e ingenio tuvieron una compensación material y lógica: ¡un premio de los de envidia!
Y con él…
Camisas, chaquetas, cuatro comidas diarias…
En fin todo y más. Se acabó la estrechez y la penuria. Su estampa era la del triunfador, se había elevado.
Pero… ¿Qué ocurre? Nuestro amigo asciende, y desciende el poeta como si de un globo desinflado se tratara. Intenta glosar a la opulencia, cantar a la abundancia y al consumo. En vano todo. Confuso y asombrado asistía al rápido alejarse de las musas, empujadas por un etéreo viento con difuminadas chaquetas a rayas de mangas desgastadas.
El inquietante sonido de la sirena de una vecina fábrica, le hizo abrir los ojos comprobando con alegría que se acababa de despertar, y que su chaqueta de rayas con mangas desgastadas la llevaba puesta. Había recuperado a sus musas y volvía a sentirse realmente bien.
¿No es triste?
FIN
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Mary Carmen Alejaldre (Nacida en Zaragoza 1935, donde reside.)
Obras: Desde mi arena. En el silencio profundo, 1999, prólogo Guillermo Gudell. Edita la autora. Legado del Pensamiento, 2005, prólogo José Mª Hernández de la Torre. Edita Huerga y Fierro. Jotas Aragonesas y un poema en solitario, 2011. Edita La Fragua del Trovador. Con otros autores: Sendas Talladas, prólogo Rosendo Tello. Poemas a Viva Voz, 1991, Institución Fernando el Católico. Incluída en el XIII Premio Peliart. Rincón de Coplas de Miguel A. Yusta. Varios libros con otros autores. Inéditos: Dualidad. Frases. El Rey del buen corazón y otros cuentos. La Creación del Mundo en versión poética. Varios poemas llevados a la música. Pertenece a la Asociación Aragonesa de Escritores y a la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro.