«Trío», un relato de Mª Dolores Tolosa

 

TRÍO

Mª Dolores Tolosa

 

—Dígame… Sí, soy yo… ¿Carlos? ¿Qué Carlos? Dios, ¡Carlos! Yo… estoy bien, muy bien. Y tú, ¿cómo estás?… ¿Que acabas de llegar?… ¡Ah, claro! Sí, la tierra prometida… ¿Qué te gustaría verme? ¿Por qué? o más bien, ¿para qué?… No, no tengo nada especial que hacer esta tarde… Bueno, siempre tuviste mucha imaginación, y un largo viaje en avión da para fantasear sobre todo lo que se te ponga por delante, en cambio yo lo último que hubiera imaginado es que me llamaras, así de repente, después de todo lo que pasó… ¿Necesitas? La necesidad es un término un tanto ambiguo, ¿no crees? y sobre todo atemporal. Hoy sí, mañana no, más tarde quién sabe… No, no soy sarcástica, soy realista… Tampoco creo que puedas llamarme rencorosa, no es rencor lo que siento por ti, al menos ya no… ¿Que lo has pagado muy caro? Bien, nadie te obligó a hacer lo que hiciste… Sí, eso es cierto, la juventud nos hace ver las cosas como si todo fuera a resultar fácil y maravilloso… No, no lo sabía, las noticias de sociedad de los Estados Unidos no llegan a estas latitudes. Supongo que eso les pasa a miles, por no decir millones, de parejas…

¿Que no has tenido hijos?… Mejor para ellos… No, no por nada… Pues yo…bien, me ha ido muy bien… Sí, terminé la carrera. Trabajo en una asesoría jurídica… No me puedo quejar… Tú estarás montadito en el dólar, supongo, una boda tan ventajosa como la tuya es como el gordo del la lotería… ¡Ah! Lo siento por ti… Sí, de veras te lo digo, no tengo por qué ser hipócrita; ya te he dicho que no te guardo rencor…Bueno, bueno, lo del rescoldo de la llama que ardió y todas eso es pura literatura… No parezco cambiada, he cambiado, ¿tú no?…Mira, Carlos, no me importa quedar contigo para tomar un café y hablar de los viejos tiempos, pero ten muy claro que no vamos a pasar de ahí…Ya, ya, vale, sé que eres un caballero… Claro que me acuerdo, yo no me he movido de aquí y el Principal tampoco…Está bien, a las seis en el Principal, donde siempre, hasta luego. ¡Chao, Carlos!

 

¡Cariño! ¿A qué no sabes quién me acaba de llamar? Carlos. Nuestro querido Carlos. Está aquí, quiere que tomemos un café y charlemos. Supongo que siente nostalgia, o será la edad… qué se yo. Oye, estoy pensando que podíamos ir los dos, seguro que se lleva una sorpresa al verte, durante estos años tampoco habéis sabido nada el uno del otro y erais inseparables en la facultad. ¿Recuerdas que os llamaban “la extraña pareja”? Sería divertido hacer un trío… de cafeína, claro.

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