Soledad en el Eden. Autor: Juan Toro

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  • Nombre: Giovanni Matías Garín Silva
  • Seudónimo: Juan Toro
  • Fecha de nacimiento: 19 de Mayo de 1995

 

 

 

 

 

 

SOLEDAD EN EL EDEN

Autor: Juan Toro

He muerto sin vivir, vivo sin morir. Es tarde ya para salvar mi pasado inexistente, demasiado pronto según mis corazonadas falsas para preocuparme por mi futuro. Par mí, no existe el presente, existe la lucha de cada día encarnada en la debilidad de mi cuerpo artificial, la poca endereza de mi mente simulada, la loca representación que tiene mi alma electrónica de las cosas pertenecientes al mundo real y del frío que no siento y que, sin embargo, me mata poco a poco. Lejos queda ya el calor de cualquier verano que no viví y de los recuerdos que nunca se han producido y que hoy intento en vano evocar en mi mente, pues no se puede recordar lo que no existe.

No existe eso, no existe nada. Este es un mundo artificial creado para mí. Así pues, se ha convertido en mi patio de recreo donde no hago más que maldecir mi situación. No como, pero aun así no muero de hambre; intento desangrarme de cualquier manera, pero no sangro. Así vivo muriendo en mi interior inexistente.

Soy un proyecto cancelado nada más ser creado, como si hubiera sido un bebe espartano con alguna debilidad, rechazado por aquellos “pseudo-sabios”. Demasiado peligroso unas veces, demasiado débil otras. Todo son excusas para no llevarme a donde quiero ir, a donde debo llegar.

No soy humano, pues carezco de algunas de sus características; sin embargo, otras desventajas del hombre están presentes en mí. Soy el disparate final. Una herramienta que nadie usa, creada, paradójicamente, para ser usada.

No tengo muchos conocimientos. Los pocos que consigo los obtengo leyendo en la biblioteca de mi ornamentada jaula. Aun así, nadie me dice si ese conocimiento está bien o, en cambio, si hace falta que sea revisado, falseado y corregido. Mi mente rebosa de información probablemente equivocada. Aunque muchas veces pienso que el conocimiento de los humanos es un tanto de lo mismo. ¿Quién les ha dicho que sus verdades son realmente correctas y no equivocaciones? ¿O podría ser también que no son totalmente falsas,  que quizás les hiciera falta algo más para llegar a la verdad, algo que creen como un recurso prescindible, antiguo o simplemente ilógico?

Pienso esto y, así, muchas veces dejo de sentirme tan estúpido.

Todo comenzó, según sé, con la necesidad, madre de todas las invenciones, de encontrar un arma capaz de proteger a la maldad, y de destruir a todo aquello que se le opusiera a Don Ángelo, presidente de una organización científica especializada en tecnología, que dominaba el país a su merced mediante los sobornos que daba a algunos de los integrantes de impoluta república, políticos débiles ante el desorden provocado por las masas hambrientas y sin derechos aparentes que pidieron al acaudalado empresario ayuda de sus galardonadas e innovadoras máquinas para mantener el orden

Los hombres pueden ser corrompidos por sentimientos, más o menos admitidos por la ética social. Pero una máquina no, por ello era mejor crear un organismo cibernético antes que contratar a una persona, cuya sola condición humana le daba la posibilidad, llegado el día, a rebelarse contra sus contratantes. He ahí el porqué de esa decisión, en teoría no tengo porque pensar. Así pues, sería una marioneta perfecta para ponerle los hilos al resto de la gente y dejárselos en bandejas para aquellos que se hacen llamar justos mandatarios.

Sin embargo, el 13 de Noviembre de un año que ahora mismo no logro  recordar surgió una violenta revolución contra la corrupta república dirigida por un pueblo cansado de servir a unos “representantes del pueblo”.

Aquel pequeño estado caería en apenas 7 horas, tiempo suficiente para que “La Cúpula”, antes constante de 20 miembros, acabara el día con 5 senadores vivos. Los demás fueron ahorcados, fusilados o simplemente murieron de brutales palizas

Don Ángelo, con la astucia propia del mayor embaucador existente, consiguió escapar en un barco mercante haciéndose pasar por uno de sus empleados.

La mansión del gran magnate fue registrada en busca de aquel proyecto que tenía como objetivo el absoluto y férreo control de la población mediante una tecnología casi propia de los cuentos de hadas.

Justamente aquel día yo había sido terminado. Mi aspecto fue hecho para empezar siendo el de un pequeño niño y luego ir creciendo al mismo ritmo que el de una persona normal. Naturalmente, aquel día fue roto mi contenedor y yo, su contenido, me deslicé junto a ese viscoso líquido fuera de él.

El mundo que estaba contemplando, un mundo que veía por primera vez, me pareció uno de bestias feroces y sin corazón que no darían muerte a una joven criatura por miedo. Sin embargó, no acabé así. Fui educado como un niño normal al servicio del nuevo estado, hasta que 6 seis años después, motivados por el antes mencionado miedo, decidieron apartarme de la sociedad. Para ello crearon este mundo en el que ahora habito. Como un genio con un gran poder me encuentro encerrado por toda la eternidad.

Quizás hasta que llegue el fin de la humanidad, y con su fin el mío.

Hasta entonces, seguiré viviendo esta solitaria pesadilla situada en un Edén artificial. Toda la belleza cubriendo la oscura fealdad de lo que la razón humana creó, y encerró al no poder destruirla.