Sandra Lario

sandralario

LA PALABRA

Desgranar el poema como un fruto

del que deshechas el corazón para nutrirte de su carne

de su jugo

de su esencia

quitarle la piel lentamente

con el filo del cuchillo que avanza impasible

rasgando cercenando rasurando

eliminando el residuo

de lo que fue y no será

en el paladar de quien lo tome de nuevo

¿Cruzará con anhelo mi boca extenuada

mis labios secos

mi saliva yerma?

¿Atravesará el abismo de mi garganta

como el fulgor de la estrella que brilla al morir?

¿Rasgará su lamento mi pecho

encriptado e indescifrable

enlutado enlatado castrado y vetado en anhelo?

¿Quemará los cadáveres hundidos

en cada navío errante que me habita

cuerpos argollados

famélicos

que no llegaron a nacer?

¿Morirá enraizada a la tierra

que me hizo agujeros en los pies?

¿Salpicará los tobillos de barro

al pisar el suelo encharcado?

¿Germinará vida en los campos yermos

en la arena estéril

en la escarcha sucia?

¿Podrá la palabra

terca y vivaz

algún día

sanarme?

HASTA IR A MORIR AL MAR

Me muevo

como la pluma desprendida

del torso de un ave rapaz

en un vuelo nocturno

mecida por la brisa suave

súbdita de la inercia

del movimiento rotatorio terrestre

calma densa

que va alicatando las paredes de mi casa

con azulejos negros

como un obrero mecánico y sigiloso

con rostro de niebla

cuerpo yermo

atravesado por la aguja más rápida del reloj

arrastrado a vagar en círculos

con el sonido retumbando

en la garganta muda

tic-tac

tic

tac

un río que sigue su curso

por el cauce que esas mismas agujas del tiempo

han horadado en la roca de la montaña

hasta besar su tumba de sal

huimos del descenso

aunque nuestro cuerpo caiga balanceado

por la pacífica melodía fluvial

que adormece los sentidos

queremos ser salmones

que brincan sobre el tiempo

salmones tercos y obstinados

contra la corriente de arena

que desciende por la angostura

de una cárcel de cristal

Ninguna oscuridad será impoluta

mientras haya un corazón latiendo

RECONOCERSE

 Presiono mi estómago con las manos frías

como el hielo inminente del lago en invierno

introduzco uno a uno los dedos

en la hendidura sangrante

de la herida rasgada bajo la cicatriz que deja de ser

para dar paso inverso

de crisálida a gusano

introduzco mis fríos dedos

y se impregnan del calor visceral

que desprende la sangre empantanada que lucha por fluir

por ser viento en los túneles

Voy a quemarme una vez más

voy a bregar hasta escuchar el trasiego de mi sangre

el frío me atenaza

y los árboles se quiebran