EL VIAJE
Una isla
rodeada por un oscuro mar,
acantilados acosados
por los vaivenes del miedo,
por las olas de la incomprensión
propia y ajena.
Un náufrago,
cada vez más salvaje
esperando la respuesta
al mensaje de su botella.
No sé si fue de forma voluntaria
o si fue el subconsciente,
pero quedé atrapado en esas blancas orillas,
tras quemar las naves
para evitar volver a otras costas
amargas y ya conocidas.
Fuera del mundo,
encontré el eslabón perdido
de la cadena
que me devolvería a la humanidad;
a veces hormigón y acero
en la gran ciudad,
otras de madera y cuerda
en la profundidad de la jungla,
pero siempre puente.
Luciérnaga en la noche más lúgubre,
mi puerto en la tormenta.
Yo,
esbozo deforme en el lienzo de un pintor,
busto tullido de escultor en época temprana,
nota desacorde en un esperpento musical
y tú
la obra maestra de un arte aún por inventar.
Sentirme un globo de helio
unido al mundo por una cuerda de pureza y luz,
me siento feliz
aun con el eterno anhelo de subir,
subir, y estallar
para fundirme por siempre con el cielo azul.
Quedan vestigios y reminiscencias
de aquel oscuro mar,
del aislamiento de aquel viaje,
de la soledad de aquella isla,
pero qué belleza
la del crepitar de aquellas viejas naves.
ELLA
Me fascina
y me aterra.
Sentada en su trono labrado
en oro y podredumbre,
enaltecida por cánticos y magia negra
en torno a una hoguera eterna.
Inmutable en el tiempo,
ella, que irónicamente
es la reina del cambio.
Siempre en mi cabeza,
con sus sentencias inflexibles
y su justicia aleatoria.
Ajena a polémicas y modas,
a ideologías, y a huelgas:
ella siempre sigue girando
la rueda.
Y yo qué puedo hacer
si ante su presencia
no tengo
potestad para decidir
igual que el trigo
no tiene ni voz ni voto
en la cosecha.
A qué deidades encomendarme
si todas parecieron ser sordas
o mudas al menos
y sólo he obtenido respuestas
del Dios que ha resultado
ser cada humano.
Y me busca en sueños,
tan alargada es su sombra.
Y a pesar de tener brazos,
sonrisas y miradas
en las que hallar cobijo,
siempre vuelve a mi mente,
insistente,
rechazando mi olvido.
Algunos días,
todavía le dedico
el primer pensamiento en la mañana,
el último pensamiento en la noche.
La muerte es una amante exigente.
NATURALEZAS
Las luces apagadas,
y los Códices del Infinito en sus pupilas
ocultas en la oscuridad
como el resto de la habitación
pero iluminándome la vida;
sudor y saliva,
las sustancias tangibles de mi alquimia.
Me acostumbré al ritmo
de este perpetuo baile de sombras,
si cierro los ojos,
brujas y demonios convocan aquelarres
tras mis córneas:
qué extraña diócesis
pasaron del sabotaje a la cooperación
en esta nueva relación de simbiosis.
Su cercanía me trae paz,
pero no abuséis de este sosiego
quien quiera mirarme por encima del hombro
debe estar dispuesto
a mirarme después desde el suelo,
el alumno superó al maestro
y cuantos hubierais apostado por mí
sabiendo que mi profesor
fue el Universo
pero todavía ínfimo
ante el roce de su piel
y la sola mención de sus besos.
Las decepciones mantuvieron
mi corazón en su sitio
pero cincelaron mi fachada de humano,
esculpiendo el titán que hoy veis aquí
irreductible de granito y titanio,
mis manos manchadas con la sangre
de los dioses de antaño…
Y es que Cupido no tuvo bastante
con Dafne y Apolo,
y volvió a mezclar en su carcaj
las flechas de oro y de plomo
desatando el Caos aquí dentro:
la astucia de Ulises en Troya,
su orgullo ante el cíclope tuerto.
Soy
el compendio de errores cometidos
desde que alguien decidió
no apuñalar a mi madre en el vientre
Soy la ira,