Argos
Yo fui un perro feliz
tuve suerte en mi nacimiento,
dueño era de un palacio
aquel que me alimentaba;
se caso con la mujer amada
y me dieron su cachorro
como compañero de juegos.
Pasamos tiempos felices
en una casa con una habitación
en la que crecía un árbol.
Pero pronto comenzaron los problemas…
Llego un emisario con noticias
de un juramento hecho largo tiempo
por una belleza sin bridas
de una mujer, perfidos ojos.
Mi dueño se hizo el loco:
¡Le ví sembrar sal
en los mejores campos de cultivo!
Suerte que salvó a mi amiguito
eso nunca se lo hubiera perdonado.
Y tuvo que partir a una guerra
que nunca tuvo más razón de ser
que el enriquecimiento de unos pocos.
Hubo lloros tiempo despues,
la ama y el niño andaban
como mis compañeros
cuando se les quitan las cadenas.
Después de largo tiempo
vinieron hombres de otras tierras
y volvio la algarabía a la casa,
la comida volvía a estar
en manos generosas conmigo.
Fui un perro viejo
fallecí un día mirando al mar
esperando mi dueño
pero… esperad un momento:
¿de verdad creeis que un perro
viviría diez años esperando
a ese pequeño bastardo infiel?
Reflejo
Soy un reflejo en el espejo
de lo que un día fue mi doble
en un momento de su vida.
Yo ya no envejeceré
ni perpetuaré la especie
ni me saldrán canas
en este pelo desordenado.
Veo como las imagenes se renuevan
van creciendo como crecen
esos que estan fuera…
Parece que hay vida tras el cristal
que ellos viven tras verse
en este espejo en el que vivimos.
Pero siempre vuelven
a preguntarse quienes son
y vosotros tenemos que amoldarnos
darles las respuestas que necesitan
El reflejo da la respuesta a la realidad.
Todos los reflejos sienten
aquellos que sentían sus dueño
(si es que se pueden llamar así)
¿Cómo explicar lo que siento
si mi dueña se vio en este espejo
justo en el momento que su asesino
se acercaba a besarle
con un puñal preparado en la espalda.
XX
Sono el teléfono y Él supo que era Ella. Pasaba una vez al año y sentía como se iba acercando. Como si estuvieran unidos por un encantamiento feerico, sentía como Ella se iba cagando, se iba llenando de inquietud; sabía que llegaría un momento que llegaría un momento que el vaso no sería suficiente para contener todos los reproches, no solo hacía él sino hacia los dos (pensar en los dos tras tanto tiempo, tras rehacer sus vidas después del Cataclismo parecía un mal chiste).
Entonces esperaba la llamada, oír su voz tras tanto tiempo quiza desde la última vez que llamó:
– ¿Sabes lo que quería? – Preguntó Ella. Él no respondió, había aprendio con el paso del tiempo a callar como cuando eran jóvenes. – Yo quería que te pegaras a mi piel, que lucharas para estar ahí pegado, que hubieras reclamado mi cuerpo como patria y que el resto hubiera significado exilio. Yo no necesitaba las tormentas, los terremotos, la locura… Fómentaste que perdiera una brújula ya de normal inestable, me diste un corazón sin manual de instrucciones y yo no tenía fuerzas para mantener el mio, ¿por qué dejaste que yo nos hiciera daño? ¿porqué permites que una vez al año tellame cuando los dos sabemos que estas preguntan, en verdad, no las contestaremos nosotros?
Y colgó.
Algunas veces
A Miguel de la Cuadra Salcedo, porque nos permitió por un momento ser inmortales
Algunas veces,
de casualidad, solo por un momento,
se puede ser inmortal:
una pequeña Helena de Troya
y provocar la caida de Ilión.
Se concatena el tiempo y el lugar
en el que el cuerpo deja su impronta
y permanece ahí
por los siglos de los siglos
como una sombra de Hiroshima.
La primera vez que la Malinche
clavó sus ojos en Cortés
se escribió la caida
del Imperio del Sol
Ese deseo, pequeña macula
moviendose aparentemente
sin ninguna otra preocupación
habla de la búsqueda
desde que el hombre dibujada
el primer bisonte de Atapuerca,
de ser más que polvo,
de ser estrellas.