Javier Tomeo, nuestro ‘Amado monstruo’
Por solo 1,5 euros más, HERALDO ofrece la sexta entrega de la colección Biblioteca Aragonesa. Un libro que se ha llevado al teatro y por el que se planteó presentar al autor al Nobel de Literatura. Monstruoso… pero querido.
‘Amado monstruo‘ es la novela de Javier Tomeo que mejor puede sintetizar las características de ese escritor raro, singular, insólito en el panorama de las letras españolas. La economía del planteamiento es total. Dos personajes y un escenario único. Y en esa isla metafórica pero muy cotidiana, dos náufragos existenciales discurren, discursean, divagan, dialogan, o lo intentan, o lo parece. Porque ese diálogo podría ser perfectamente un monólogo. Un monólogo a dos, como todos los monólogos, donde el que habla dialoga desde su yo intransferible con el mundo. Lo ha usado Tomeo en casi todas sus novelas. Haciendo variaciones múltiples, como un Golberg literario, sobre el mismo tema: la condición humana, la soledad esencial del ser humano. Dos personajes, o uno solo escindido, desnudan su alma, los recovecos obsesivos de su ser íntimo, los perfiles de su malestar social, de su angustia, de su perplejidad, de su esquizofrenia congénita.
El instrumento de estas variaciones es el humor, cargado de negritud, eso sí, triturado en el pasapuré de Quevedo, Kafka, Freud, Beckett, Ionesco, Valle-Inclán, Solana, Mihura… Y con el aderezo de la somardez baturra de su patrimonio regional, desde Goya a Buñuel, del negro capricho al surrealismo socarrón. La urdimbre de estas variaciones, anécdotas y categorías a partes iguales. Es el secreto de la narratividad tomeica.
‘Amado monstruo’ fue finalista del premio Herralde 1984. Desde entonces, este frasco de esencias narrativas ha sido reeditado, traducido y llevado a la escena. Lo hicieron primero los del Centre Dramatique National del Languedoc. Los franceses, ya se sabe, sienten debilidad por los monstruos nacionales, valgan Goya o la Carmen de Merimé, y ahora, Belén Esteban, de la que hacen estudios sociológicos. Después, vimos en España la adaptación de Joelle Grass, Jacques Nichet y J. J. Préau, con un José María Pou genial, como siempre. Este ‘Amado monstruo’ incluso incitó a un despierto concejal zaragozano a proponerlo para el Nobel. Confieso que me opuse. Ahora lo justifico mejor. Tomeo solo podría optar a un Nobel creado para él, porque rompe cualquier molde, en especial el sueco. ‘Amado monstruo’ lo confirma.
Los monstruos dan mucho juego, aunque sean, como este caso, monstruos maternales, tan amados. Estoy seguro de que Tomeo ha sido un hijo ejemplar. Por eso se ha podido permitir el lujo de hablar con ese desparpajo de nuestros «amados monstruos». Tomeo es también un ‘Amado monstruo’.
Fuente: Juan Domínguez Lasierra, Heraldo de Aragón