«Carta de Tesa»

José Jiménez Lozano, Carta de Tesa, Barcelona,
Seix Barral, Biblioteca Breve, 2004.

María Pilar Martínez Barca

Carta de Tesa

La buena educación

“Todo el mundo parece que quiere un mundo nuevo, o por lo menos desfigurar y borrar todo rastro del antiguo, el de los padres. […] Así que por todas partes ya  cortan árboles y arbustos, pintarrajean los pórticos de las iglesias, ahorcan perros, apalean mendigos, echan basuras sobre las tumbas…”. Leía no hace mucho una novela de esas que no suelen convertirse en best sellers, pese a retratar como muy pocas diversas realidades de última generación.
La joven profesora que es víctima de abusos, una vieja familia que va desmoronándose más allá de la muerte de los padres, una ONG de médicos que acaba masacrada por la guerrilla autóctona, drogas, ocultaciones, profanación de nichos… me parecieron buenos ingredientes, sin desvelar el código, para un éxito seguro. “…Y repetir luego la lección en su instituto a jovencitos y jovencitas bien criaditos ya, pero que no admitían ni podían con más, o no querían; y la ley los amparaba en su desgana”.
Mobbing escolar, un 30% de estudiantes que abandonan las aulas, mensajes en You Tube de endiosados ateos, darwin existencialistas humano esquizofrénicos. ¿No supera la vida a la ficción? Los árboles de los patios de recreo de Adelina Jiménez, la primera maestra gitana, no serían tan de papel marché. “Y ahora los chicos absorben el cornezuelo como siempre se absorbe la vida a esa edad”.
Sólo un pequeño susto. Se trataba de coger a la profe por sorpresa y llevarla a lo oscuro y levantarle la falda. Nada más. Pero a alguien se le fue de la mano la piedra… “Tenían todo, les dimos todo, y hemos vivido para ellos; pero no tenían alegría, no la tenían”. Su hermana abortaría y el muchacho, que no quería hacerlo, se debía a su grupo –al menos salvaguardar las apariencias-. Dos pastillas y un poquito de alcohol se lo harían más fácil.
Los patricios romanos, las primeras señales, las tribus y sus élites y sus formas de violencia moralmente aceptadas. “…Y por eso creíamos que el mundo seguía siendo nuestro mundo, pero ya era el mundo de los bárbaros, donde no hay ironías ni sonrisas”. Carta de Tesa, de José Jiménez Lozano, nuestro gran ignorado Premio Cervantes 2002. Un bellísimo espejo.

Los comentarios están cerrados.