Techno rebelde. Un siglo de músicas electrónicas. 
Ariel Kyrou (Traducción de Manuel Martinez Forega)
Ed. Traficantes de sueños. Col. Historia nº 4.
Madrid. 2007. 400 págs.
Mario de los Santos
Dice un amigo que los tiros libres hay que meterlos a falta de unas décimas, con un punto de desventaja y en campo del rival. Entonces se aprecia la diferencia entre los buenos jugadores y los grandes jugadores de baloncesto. Este libro ha metido los dos tiros libres y ha ganado el partido. Y es que hacerme leer a mà un ensayo de música electrónica es arrojarlo directamente a los leones, pero el libro de Ariel Kyrou ha conseguido embargarme desde la primera página y cambiar mi forma de entender este tipo de músicas. Juro no volver a mirar una mesa de mezclas con mi desprecio habitual.
En las primeras páginas, la editorial Traficantes de sueños recuerda el grito de guerra de los viejos anabaptistas: â??todo es de todosâ?, una declaración de intenciones para un libro que nos habla sin descanso de revolución, de artistas e inventores geniales, incomprendidos y tenaces. El camino comienza a finales del siglo XIX y nos introduce en un mundo de visionarios que sueñan cables, zumbidos eléctricos, cristales rompiéndose, gomas vibrando y hombres-robot. Luego, ya no puedes dejar de leer. Las páginas arrastran dadaÃstas, sintetizadores, clubes, gafas de sol y baile. Sin darte cuenta acabas de entrar en una fiesta rave, giras en un viejo hangar y sales mareado a una explanada abandonada, llena de caravanas que, como antiguos gitanos, recorren las carreteras buscando la felicidad detrás del ritmo binario de unos y ceros. Duermes, sueñas que eres libre y todo vuelve a empezar.
TechnoRebelde es un grandioso ensayo, muy bien documentado, repleto de citas y referencias, que evita la narración fácil y cientÃfica, que se la juega en la sintaxis y logra sorprender párrafo tras párrafo. Mucha parte del mérito la tiene la adjetivación del texto. Una adjetivación precisa, rotunda y personal que logra envolver los sustantivos a ritmo de epopeya. Una adjetivación que crea leyenda. Kyrou escribe como el coracero que desea ser retratado en el momento de la carga final: saca su perfil bueno, espera que los destellos del amanecer choquen con su coraza, apunta con el sable, coloca el caballo a dos patas y arremete.
¿Qué más da si a veces hay la historia se deshilacha, o se desvanece, o el hilo que la une se pierde para reaparecer más adelante? No importa. Se perdonan también las reiteraciones y las variaciones en la distancia del narrador. Este libro se ha escrito con las órbitas del baile de los electrones, con leyes más fÃsicas que literarias; éste libro se ha escrito para que todos podamos saborear mejor esa música que es conjunción de ciencia, metal y alma.
He leído algunas reseñas sobre este libro en la prena convencional y en la especializada. Puedo asegurarte, amigo Mario, que, en lo que a mí me toca (aunque sea brindar por esta arrogancia, que es, en todo caso, coyuntural), has dicho prácticamente todo con las palabras justas y, además, lo has hecho hermosamente, con imágenes de fuste que enardecerían sin duda al propio Kyrou (te lo aseguro).
Mi gratitud y mis felicitaciones.
M.M. Forega